HISTORIAS PERRUNAS

Chili : De mendigo a millonario: la increíble historia de un perro callejero
Las calles de Valparaíso, en Chile, eran su hogar. Pero el destino le tenía reservada una sorpresa: una familia de Seattle se enamoró de él y, tras idas y vueltas dignas de una novela, lo adoptó.
Era uno más. Movedizo y juguetón, caminaba solo por las calles de Valparaíso, en Chile, ganándose la comida a fuerza de simpatía. Moviendo la cola y siguiendo a los turistas, Chili dog-tal es su nombre- sobrevivió a la soledad y al hambre tras ser abandonado por sus dueños cuando apenas era un cachorro. Una realidad que, lamentablemente, es demasiado dolorosa y frecuente por este lado del mundo.
Pero el destino tenía reservada una sorpresa para este perro “marca perro” de color dorado y mirada traslúcida.
Su increíble y feliz historia 
Kaylan O'Connor y su familia disfrutaban de un crucero cuando, al visitar el famoso puerto chileno, lo conocieron. Chili Dog se sentó a sus pies para sacarse una foto y no se despegó más del grupo durante las ocho horas que pasaron en la ciudad. "Saltó a nuestros brazos como diciéndonos ‘hola'. Era tan dulce. Nos siguió todo el resto del viaje jugando con nosotros. Sabíamos que necesitaba un hogar y nos encantan los perros", le dijo la mujer a BBC Mundo desde Seattle, el lugar donde reside. Sin embargo, era su último día de vacaciones y debían regresar a Estados Unidos para seguir con su vida.
“El amor es más fuerte”, dice la frase. Y nada mejor que este caso para demostrarlo. Apenas instalada en su casa, Kaylan se contactó con Red de Defensores y Rescatistas de Animales (EDRA), una organización chilena de defensa del animal y así comenzó una búsqueda intensa que llevó más de un mes. Cuando pensaban que los volantes o las recorridas por Valparaíso ya no iban a dar resultado, una voluntaria lo ubicó.
Y la operación reencuentro con su familia adoptiva comenzó. Fueron más de 60 días y les costó a los O’Connor más de 2000 dólares pero, tras vacunarlo y prepararlo, Chili se subió al avión y llegó a los brazos de sus nuevos dueños. 
Hoy es un rey. Tiene casa y sillón propio, viaja en camioneta, pasea por la plaza y juega –incansable- junto a Auto y Klaus- sus hermanos “perrunos”.
Afortunadamente para Chili, su historia tuvo un final feliz.


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